jueves, 31 de enero de 2013

Terapia.

Trabajar me deja exhausta, sumemosle que no puedo dormir... Me levanto a las 8 am, me acuesto a 4 am como mucho. Pero el problema esta en que las pocas horas que duermo no las descanso bien. No siento que haya dormido. Ayer después de salir del quirófano, de haber tenido que llevar del brazo a un hombre completamente ciego, que salió de la cirugia con una sonrisa en el rostro... Que solo yo puede quedarme tildada viendo aquel hombre dos veces más alto que yo, después de ayudar a miles de señoras mayores a acomodarse en su silla de ruedas... Me saque mi bata, y me tome un auto al psiquiatra. En el trayecto, me arregle. Me peine, me retoque el maquillaje, le puse un poco de brillo a mis labios, y me eche perfume. Cuando el auto me deja en la puerta sé que me esperan 45 minutos de reflexión, de dudas y de sorpresas. Subo las escaleras y toco timbre en el 1C. Aguardo.... Entonces Miguel me abre la puerta con una sonrisa, su tipica sonrisa, y con su: Maria Teresa ¿Cómo estas? Pasa. Y se hace a un lado dejandome un espacio lo suficiente para que pase. Miguel sabe que no debe tocarme. Nos encaminamos a los sillones. Me siento en uno, apartada, rígida. Él se sienta en otro completamente relajado. "Bueno, ¿Como estás?" me pregunta. ¿Que como estoy? No lo sé pienso... Pero en vez de eso digo "Bien, algo cansada" ¿Por qué no le digo lo que me preocupa? "Hablame de tu papá, no lo mencionas mucho" ¿Mi papá? ¿Deberia escrbir sobre esto? No, lo reservo. Lo saltamos. Vayamos a la conclusion de Miguel. "Ahí esta la cuestión..." dice pensativo "Vos elegis hombres de mierda, porque como vos afirmas tu viejo es una mierda" Nadie me lo había dicho tan directo. Pero sí, Miguel estoy repitiendo el ejemplo de padre que vi, que escuche, mi sangre.
¿Cómo hago para desprenderme de ese ejemplo? Ambos nos miramos. Se habían acabado los 45 minutos.

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